miércoles, 28 de mayo de 2014

EL INVERSOR GRANDE, ANDE O NO ANDE.



En lo que viene siendo práctica habitual, las Princesas Caradefresa y Caradeardilla van camino del colegio con el Epigrafista jugando a alguna combinación más o menos rocambolesca. En esta ocasión, “murciélagos y brujas”. El murciélago padre se daña en una pata.

-         “Toma esta poción, que lo cura todo.”
-         “¿Ah si?, ¿cómo se llama?”
-         “Se llama el inversor grande.”
(??? !!!)
-         “¿De dónde lo sacaste?”
-         De mi cerebro.




Una buena cataplasma de billetes cubriendo el riñón. Lo cura todo.
 

Os lo tengo dicho, que en un plis plas se nos planta en el Ministerio de Hacienda y nos saca de la crisis.





 
Hijas mías: para cuando seáis empresario-consultoras de Macroeconomía del Universo Mundo, estas son las normas principales a tener en cuenta (por mucho que en el súper Máster ese, el que sea, os hayan contado otra cosa).

         1.- No te fíes del que mucho aparenta. Ni del que aparenta, en general.
         2.- Un tonto y su dinero pronto se separan. Aprended.  Escarmentad. A ser posible, en cabeza ajena.
         3.- No por mucho tempranar amanece más madruga.
         4.- Es un error medir la riqueza solamente en parámetros de dinero. Y no me estoy poniendo moñas con “ser ricos en besos y achuchones”. Me refiero a la riqueza-riqueza.
         5.- De nada sirve ser el más rico del cementerio.


miércoles, 21 de mayo de 2014

OBSTINACIÓN IN TERMINIS





La dulce e inocente Princesa Caradeardilla no se había dado cuenta. Pero en cuanto le hice notar que tenía un poco desviado el paleto izquierdo y que se movía, no paró hasta que se lo sacó. Aun llorando de dolor. Aun horrorizada de la sangre que brotaba. Aun asustada por el acusado retorcimiento que estaba adquiriendo la pieza (aquí seremos pequeños, pero no tontos, que no es normal que un diente plano se presente de canto y eso puede impresionar). De la nada al Ratón Pérez en poco más de media hora.




Un boquete así se nos ha quedado
  
La chavala quería una comba, qué caramba, como la que le había traído a su hermana hace ya casi un mes. Y el que la sigue la consigue. Aunque cueste sangre, sudor y lágrimas. Literalmente.

(Loas sean dadas al instinto acaparador de la Madreconcarné y sus múltiples almacenes-recoveco, que abastecen incluso con las tiendas cerradas)



Me llamo Pérez, ratón Pérez.

         Como es lógico, (?) a las seis y veinte de la mañana (!), se oyen voces y algarabía en la habitación.

-         Mira mamá -dice la Princesa Caradefresa- y se ve en la oscuridad. Lo veo todo en la oscuridad. Yo veo en la oscuridad.”



Princesa Caradeardilla, hija mía, bien está ser perseverante. Pero igual lo de sangre, sudor y lágrimas en versión literal lo dejamos. Si casi no estoy segura de que para estar bella haya que sufrir…

Princesa Caradefresa, hija mía, si te vas encontrando algún otro superpoder, ya me vas diciendo. A ser posible cuando me haya puesto los oídos.




domingo, 18 de mayo de 2014

QUE VIVAN LOS NOVIOS



Mucha gente me parece a mí esta….

Estamos un poco apretados


- ¡A ver! Los invitados del novio, que se pongan a mi derecha.
(brmm brmmmm …)
(o como sea la onomatopeya de un tropel de personas moviéndose)

- Y los invitados de la novia, que se pongan a mi izquierda.
(brmm brmmmm …)

- Muy bien. Los de la derecha y los de la izquierda que se vayan. Los veinte que están en medio que se queden, que esto es un bautizo.




viernes, 16 de mayo de 2014

SICILIA, 1930...



Esta es la estampa: una mujer, vestida muy muy casual. La camiseta le viene grande. Los pantalones, pequeños. Encima lleva un sobretodo que no engaña a nadie, principalmente porque no cumple su función, al tener que llevarlo abierto debido al calor. Cuando se quita la gorra que le ciñe las sienes, a modo de descarnada corona (no en vano interpreta repetidamente el papel de reina, cual Sísifo del recreo sempiterno), se manifiestan unos alborotados y protoescuálidos mechones que intentan escapar, cada uno por su lado, recordando, acaso, los días en que constituían una no muy frondosa melena, allá por la edad prephthiráptera. La adorna profusión de bisutería, toda ella de la acreditada y exclusiva marca DeTresAlCuarto, que tampoco engaña a nadie, cuya pieza principal consiste en un collar bastante convencional, cubierto por otros dos, idénticos, y de estética alternativa, con un delicado toque handmade-preescolar. Un avezado observador rápidamente caería en la cuenta de que es viernes, y el día de la madre está en puertas.

Aparentemente ignara de su propia guisa (o que se le da mismamente una higa dello), disfruta de una limonada (de tinto, of course), y de su soledad, en una de esas medioterraza-medioporche que están proliferando en nuestros bares y cafeterías. Afuera luce el sol. En las cercanías, los basureros recogen los restos de lo que, hace solamente unas horas, supo ser un mercadillo callejero. Se adivinan todo tipo de actividades en los locales cercanos. Sin ir más lejos, a la vuelta de la esquina, un grupo de infantes se despelleja las rodillas en clase de patinaje – a secas - aprendiendo a hacer limones. Limones. Caramba, qué coincidencia.



Fue el  maldito Cariñena que se apoderó de mí

   
De la expresión de su rostro se colige que está inmersa en sesudas reflexiones. Piensa, acaso, en la excesiva instrumentalización que tiene lugar en la sociedad actual de lúdicas actividades quasi ordinarias, como el patinaje – no, artístico no, a secas – pero claro, mal puede enseñarse lo que no se sabe, nunca se supo, y probablemente nunca se sabrá, por más que a los contemporáneos párvulos se le salgan los ojos de las órbitas al desayunarse con la nueva de que la tal es incapaz de desplazarse ni tan siquiera sobre unos Sancheski, que eso no se torcía ni poniéndole palos en las ruedas, tanta es la confianza que le tienen, o acaso es fruto de lógico apabullamiento, tras haber escuchado legendarios relatos de portentosas evoluciones aéreas y felina agilidad andamiesca.



Patines Sancheski de cuatro ruedas. Nunca la tecnología dio nada mejor.
Si querías ser molón, sólo tenías que llevar las correas cruzadas.

O que tiene algo pendiente. Quizás unos estrambóticos párrafos sobre algún no menos estrambótico acontecimiento (“Pero… ¿Algo normal no lo podías hacer tú?La Jefa dixit), hace largo tiempo comprometidos con una audiencia imaginaria, y que, incompletos y renqueantes, duermen el sueño de los justos en alguna carpeta del ordenador.
¡Un momento! Algo sucede… Se enrosca sobre sí misma y su silla sacando un sobre usado del maxibolso que pende del respaldo. Con la misma contorsionística compostura, escarba en la inconmensurable inmensidad de sus múltiples bolsillos, y, tras larga búsqueda, extrae un lápiz casi despuntado. Anota algo en el sobre y… ¡Ooooh! lo introduce casi inmediatamente en el maxibolso. Será en otra ocasión.

O que los recientes acontecimientos le han hecho recordar que lo que ella deseaba de adolescente era hacer pendientes. Y venderlos. En un puesto callejero. A ser posible, ataviada con uno de esos vestidos indios de algodón estampado que cabían en un puño y que nunca tuvo. Pero las circunstancias, o ella misma, nunca se lo permitieron. Lo que no quiere decir que sea malo. Es como lo de fumar, que la razón de que nunca comenzara a hacerlo fue única y exclusivamente por no poder pagárselo. Quién dijo que fueran malas las cargas o la escasez.

Tras estas y otras cavilaciones, que solamente hemos podido elucubrar por el mortecino fulgor que emanan sus ojos, se encuentra ya saboreando los últimos restos de su tardío espécimen, (sintiendo que los efluvios alcohólicos de la limonada pascual son tanto o más graves que los de la cuaresmal), y se alza, no sin cierta dificultad. En lo que, bien se aprecia, es un gesto automático recientemente adquirido, se sacude unas imaginarias migas mientras atisba el horizonte. Haciendo oídos sordos de ciertos crujidos procedentes de su envés (aunque en su fuero interno conoce que, fisiológicamente hablando, es imposible que dichas partes puedan crujir, decide ignorarlo deliberadamente), se carga de maxibolso, bolsas a secas, y unas carpetas aparentemente escolares, y parte, rumbo hacia lo desconocido.

Es madre. No lo dudéis. Me apuesto lo que quieras a que hasta le gusta.




Hijas mías: algunas veces entiendo a Doofenshmirtz. Pero quién dijo que fueran malas las cargas o la escasez.
No os cambiaría por nada. Ya sé que es un lugar común. Y qué.


"Yo antes tenía planes. Eran planes malvados, pero eran planes."


jueves, 15 de mayo de 2014

SABER UNA COSA MÁS. O VARIAS.



-         Mamá, ¿cuándo viene papá?
-         Hoy tardará, hija, es que está trabajando fuera.
-         “¡Es que tiene que enseñarme más idiomas!
-         “Bueeeeno, ya te irá enseñando”
-         “¡No! ¡Ahora! ¡Antes de irnos a dormir! ¡Tengo que aprender unos idiomas ahora!”


Para una que aprendió a tocar todos los instrumentos –“en un solo día, mamá, todos”, aprender varios idiomas en una tarde está chupado.




Está claro: si lo haces sin pensar, no vale.


Hijas mías: aunque se dice que nunca te acostarás sin saber una cosa más, tampoco hay que exagerar.


miércoles, 14 de mayo de 2014

EN OCASIONES VEO ENTUERTOS



En ocasiones realizo extraños hallazgos en el baño de casa.




Aprovecho la ocasión para saludar a mi peluquera. Pronto recibirás la visita de tres espíritus. El primero, el espíritu de las actividades de alto riesgo (PCF), el segundo, el de las navidades futuras (MCC), y el tercero, el de los trasquilones autoinfligidos (PCA).



¡Y tenemos encima los festejos de mayo! ¡A ver cómo salimos de esta!


Hijas mías: ¿sabéis lo más gracioso? Pues que yo de pequeña también quería ser peluquera. Que os cuente vuestra tía MamiManitas. O mejor que no os lo cuente. Menos mal que luego mejoré. Que os cuente vuestro padre.

martes, 13 de mayo de 2014

DIME QUIÉN ERES Y PARA QUÉ DELEGACIÓN TRABAJAS.



El telediario matinal está haciendo estragos.

-         Mamá, ¿nosotros pagamos impuestos?”

Hace meses que lo dije. Que va para inspectora de Hacienda. Echaos a temblar.

Hijas mías: ese tipo de preguntas me resultan sospechosas. ¿Qué sabéis de un tal Montoro? Confesad u os dejo sin aceitunas.





Yo no acuso a nadie, solamente me resulta muy sospechoso (Baya de Oro dixit)
  

lunes, 12 de mayo de 2014

¿A QUÉ JUGAMOS?




         Es lo primero que oigo en cuanto pongo un pie en la calle acompañada de mis churumbelas. Porque no, no se puede caminar por la calle tranquilamente, observando el paisaje urbano y comentando algún acaecer irrelevante, no. Hay que vivir en una diversión continua, en un festival del ocio, un jolgorio lúdico sin fin, un peripatético residir en los mundos de Yupi propio de diminutas ludópatas.

-         “¿A qué jugamos?”


Yo también podría hacer un libro, ya ves


         Al principio, la Princesa Caradefresa tuvo completamente invadido este dominio. Ella preguntaba y ella “sugería” a qué se jugaba. Pero, ¡ay! los días de la hegemonía recreativa terminaron, y con ella, la paz y la calma.
         Si, es cierto, lo justo es que ambas decidan. Si yo no lo discuto. Pero a veces uno casi echa de menos ese dictatorial sosiego que, a modo de augusta pax romana, impregnaba nuestros desplazamientos en un pasado no tan lejano.
         Así que ahora me veo abocada a mediar entre las partes con más precauciones que si tuviera que mantener en equilibrio a una pareja de elefantes en monociclo cruzando un campo de minas. Y no sólo. Que luego está lo de jugar a algo constructivo y todas esas mandangas. (¡Aygs! Recuerdo cuando lo peor que podía pasarte era llevar la goma y que tocara comba, y que los únicos parias eran los que no querían jugar a burro.)
         No ceden. Ni la una ni la otra. Si una quiere jugar a la granja, la otra a policías. Si una a gatitos, la otra a “cuidadores de osos” (gran éxito recreativo del pasado que produjo incluso un álbum dibujado por Caradeardilla documentando la actividad de los osos en su entorno natural, a modo de cuaderno de campo). Que a la selva. Que al huerto. Que a los que arreglan casas. Que a restaurante. Y a reinas ya me niego. Aburrida me tienen con tanto guardia de palacio, tanto menú para prisioneros (rivalizando en repugnancia, como tiene que ser) y tanta insubordinación.
         Cuánto orgullo herido. Cuánto llanto y rechinar de dientes. Cuánto fatuo vislumbrar un fugaz enseñoramiento de las maternas voluntades. Cuánto regumiar fraternales ofensas imaginarias, rivalizando por unas migajas de efímero predominio. Cielos, qué cansado es ir por la calle de repente.
         Pero hete aquí que la bizantosalomónica solución vino, como no podía ser de otra manera, de mano del Epigrafista. “Mézclense ambos juegos”, dijo el oráculo. Y así hemos jugado a Pinocho y los dinosaurios, a faraones y sus camareros, a princesas bomberas, y a entrevistar a las hadas, con gran peligro de nuestra integridad psicológica y algún que otro esguince neuronal. De acuerdo con los últimos acontecimientos, me veo jugando a criadero de pollos ninja y a princesas vendedoras de huevos.

         Que no quiero a reinas, chicas, que no. Pues nada. Es como si lo tuvieran en el ADN. La semana pasada, volviendo del colegio:

-         “¿A qué jugamos?”
-         “A lo que quieras.“
-         “A reinas.“
-         “No, que ya estoy aburrida de tanta reina. “
-         “Pues a hadas.”
-         ”Vale. Yo era el hada de las nubes, o el hada del agua. ¿Cuál quieres ser tú?”
-         ”No tú la reina de las hadas.”
-         ”Que no, que no había reinas. Yo era un hada normal. ¿Y tú?”
-         ”Yo la reina de las hadas.”
-         ”¡Que en este juego no hay reinas! A ver, tú quién eras.”
-         ”Mmmmm… La reina de las hadas.”

No le voy a cansar, amable lector, con lo que fue un episodio “Buenos días Mr. Thompson” en toda regla. Pero no por estulticia, sino por desgaste del contrario (mala estrategia, hijas mías, a otro perro con ese hueso).




Finalmente llegamos a este punto:

-         “Bueeeeeno, Entonces yo era el hada cocinera.“
-         “El hada cocinera, muy bien. Yo soy el hada del agua y tu hermana el hada de la nieve. ¡Hola! ¿Qué estás haciendo, hada cocinera?“
-         “Estoy haciendo la comida, con mis reales manos….“

Ustedes perdonarán que no me chorreen sentimientos maternales de ricura y bonitosidad, pero es que me los he dejado en el otro bolso.



         Hijas mías: decía un antiguo jefe mío (gran persona, que a los efectos de este blog llámase el Cid), que vale tanto el pesado como el astuto. Y él, que ocupaba puesto de cierta responsabilidad y no gustaba de componendas estratégicas ni amistades interesadas, consiguió mucho a base de perseverancia e insistencia. Es un buen consejo. Pero con vuestra madre tiene poca efectividad.
          Si hay que dar la turra se da, pero darla paná es tontería.



jueves, 8 de mayo de 2014

SENSUS VITAE




-         Mamá, he aprendido el sentido de la vida.” (Princesa Caradeardilla dixit)

Entre el conocimiento propio y el desentrañamiento de los misterios vitales, esta niña cualquier día se revela como precoz escritora de libros de autoayuda, y nos saca de pobres.






Hijas mías: me habéis preguntado tantas veces por todos los que están muertos y sus destinos, que casi me alegro de que me saquéis algún tema de conversación sencillito.

miércoles, 7 de mayo de 2014

NOSCE TE IPSUM


-                              Soy seria, contenta, y me duelen los oídos” (Princesa Caradeardilla dixit).

La mayoría de adultos no se conocen tan bien.
  

Sólo sé que ir paná es tontería 
 


Hijas mías: pocas cosas son más importantes que saber con quién te estás jugando los cuartos. Y a tí misma, te vas a tener siempre cerca.



Me gusta KISS, qué pasa

martes, 6 de mayo de 2014

PARECIDOS IMPENSABLES



El Epigrafista alza una legaña, echa un vistazo a la tele y sentencia.

-         Parece la Via Appia, esta

Hablando del rey de Roma, la cabeza asoma


Las catacumbas, mismamente ahí, al fondo a la derecha

                (y aún porfiaba en que sí, dándosele una higa de mi risión)


Nuestros desayunos han cambiado mucho.


Hijas mías: de ahí la importancia de lavarse bien la cara por las mañanas. La casa de Mickey Mouse bien podría pareceros un documental sobre vías romanas, sin ir más lejos.




P.S. Ante el clamor popular, en aras a favorecer el principio de contradicción, y para que no se me acuse de indefensión del reo puesto en mofa, paso a mostrar la auténtica Via Appia, en la foto más parecida que hallarse pudiera. 


Mayormente lo mismito








lunes, 5 de mayo de 2014

NO HAY DOLOR



-         Princesa Caradefresa, hija mía, no …

(te restriegues contra ese árbol / te agaches junto a la esquina de la mesa / te acerques a la sartén humeante / voltees la mochila por encima de la cabeza / mastiques boca abajo / te metas debajo de esa plataforma deslizante / metas los dedos en el enchufe / bajes las escaleras con la barriga / camines sobre brasas ardientes … Elijan ustedes mismos).

-         ¿Por qué?
-         Porque te vas a hacer daño. Te puedes hacer una herida.
-         No importa, mamá, ¡mis heridas me hacen más fuerte!



“No hay dolor”, “No siento las piernas” y “Porqué entré en la legión”. Próximamente en sus pantallas.


Y si no tienes heridas, siempre puedes usar una de éstas

Hijas mías: también hacer puenting desde las torres Petronas en traje de vistas charro te hace fuerte, pero mejor lo dejamos.


Torres Petronas


Traje de vistas charro. Unos veinte kilos, viene a pesar
 
P.S. ¿Y que luego no soporte el agua de la ducha un grado menos de lo que a ella le gusta? Hay que amolarse…

viernes, 2 de mayo de 2014

MAS VALE REINA EN MANO QUE MURCIÉLAGO VOLANDO



Un sábado cualquiera, entra el Epigrafista con la Princesa Caradefresa en una herboristería, en cumplida comisión de recado cuidadosamente endosado por la Madreconcarné (conocida es su desidia y escurrebultancia) .

         Nada más ser abordados por la esforzada tendera, la Princesa Caradefresa exclama con entusiasmo inusitado:

-         “¡Soy la reina de los murciélagos!”



Murciélaga original
 
Princesa Caradefresa, hija mía, algún día tendré que explicarte lo que es la diplomacia, no, en serio.



Tú lo que quieres, es ser Batgirl con tutú, que no engañas a nadie.


O en su defecto, la Batgirl Barbie