jueves, 24 de julio de 2014

YING Y YANG




Flashback de los tiempos legendarios mmmmm…. (ya perdí la cuenta)… estooo….  XI

Mocedad nupcial vs. descomedido estirón infantil, o Donde las dan las toman, Todo lo que sube baja, y Graciosuras de ida y vuelta que si no es porque me pasó a mí me creo que alguien se lo inventó y no anduvo muy fino.


Estábamos mi amiga Hiroko y yo (sí, por una vez y sin que sirva de precedente, vamos a dar un nombre auténtico deverdaddelabuena en este blog) tan ricamente haciendo algo que no recuerdo en absoluto, pero sé que estábamos tan ricamente porque de ninguna otra manera un alma sensible y sutil como la de Hiroko se hubiera atrevido a hacerme una pregunta para ella tan delicada, rayana en la más oscura ofensa personal y social.
La duda le corroía el alma desde hacía tiempo, pero no se atrevió a buscar explicación a su perplejidad hasta que no desarrollamos cierto grado de confianza. Y en cierto modo me siento honrada. Porque Hiroko era muy sociable, y tenía cantidad de amigas, pero por lo visto no lo suficientemente afectas como para arriesgarse a que la pregunta sólo infligiera ofensa.
O que ya no pudo más.

-         Palas Atenea” –me dice ella con rubor- “en España las mujeres se casan muy jóvenes.
-         Hombre, pues no sé, a mí no me parece que en España las mujeres se casen tan jóvenes, cada vez menos” –respondí yo, completamente en la higuera.
-         Si” –le costaba llevarme la contraria, pero para ella era evidente- “En España tiene que haber mujeres que se casan muy jóvenes.
-         Hombre” –concedí yo- “alguna tiene que haber, pero no muchas.
-         Tiene que haber bastantes” –se retorcía ella, mirando hacia otro lado.
Yo estaba desconcertada ante su insistencia.
-         Pues muchas no creo. Pero vamos, algunas habrá. Tradicionalmente sí que se casaban muy jóvenes, ahora ya no tanto.” –yo trataba de conceder lo más posible, pero mi evidencia tampoco era manca.
-         No, no, TIENE que haber muchas mujeres que se casen MUY jóvenes.
Mi perplejidad era máxima. Pero no ante su pregunta, sino ante el hecho de que la tierna y delicada Hiroko mantuviera a toda costa una controversia que a todas luces la incomodaba mucho más a ella que a mí.
-         No sé qué consideras tú muy jóvenes.
Aquí adquirió un tono Pantone 203, lo que en un extremo-oriental viene siendo enrojecer hasta las orejas virando a púrpura.
-         Que se casan muy jóvenes… son… casi… son niñas” –musitó con un hilo de voz.
Ahí me planté.
-         “¿Niñas? De ninguna manera. En España no se pueden casar las niñas. Vamos, con 16 ó 17 años seguramente se podrá, y eso con ciertos permisos, pero menos, no puede ser.”
La pobre ya había soltado lo peor, así que a partir de aquí respondió con una energía inusitada.
-         No. Tienen que ser más pequeñas. Y tienen que ser muchas.
-         Pues no creo. No entiendo porqué dices eso.
-         Es que yo he visto en los escaparates unos vestidos de novia muy pequeños. Y hay muchos. Eso no le vale a una chica de 16 años. Tienen que ser para niñas pequeñas…


Han pasado (mmmm… vamosavervamosavervamosaver …) veintitantos años de ná. Y vamos por la calle en familia: La Madreconcarné, el Epigrafista, Princesa Caradefresa y Princesa Caradeardilla. La ruta es la de siempre, pero dos fines de semana antes habíamos asistido a la Primera Comunión de Vaiolet. Pasamos ante el escaparate de la tienda “Novias Blancaflor”

-         Mira mamá, mira qué vestido de primera comunión.”



Hijas mías. Como dice papá (y muy bien repite Caradefresa), no tengo palabras.
Lo de Hiroko y el plato de conejo guisado, mejor lo dejamos para otra ocasión.  
 Mucho me temo que al conocer mis andanzas lo que os pasará por la cabeza es esto:
         O esto:

Esta no es Hiroko, sino la Mary Poppins japonesa.
         Pues no exactamente.



No hay comentarios:

Publicar un comentario