martes, 8 de octubre de 2013

LA GALOCHERA. SUITE CATÁRTICA EN TRES MOVIMIENTOS. II




Movimiento principal: la Galochera en sus tiempos mozos.
Sottovoce tremolo. Allegro piuttosto poco.



 (Miembros del clan: mantengan sus cinturones abrochados y los respaldos en posición vertical, que aquí vienen curvas y rechinar de dientes.)

         ¿Acaso la vejez y sus viruelas afectaron un buen juicio y un mejor hacer preexistentes? Pues me temo que no.




¡¡¡¡Mandeeeee!!!



Te presto la mía
 
         Es cierto que la Galochera sufrió de sordera en grado medio, amén de cierta falta de riego propia de la senectud, que la hizo desarrollar, literalmente, “manía persecutoria” (así la llamó el médico, al menos). Lo que se tradujo en que cualquier persona no perteneciente a la familia que viera, aunque fuera ocasionalmente, en casa, se le ponía entre ceja y ceja y, tras verter terribles acusaciones contra ella (cual haber robado 50 pesetas que tenía en la mesilla de su cuarto, verídico), era perseguida sin piedad, pudiendo llegar al zarandeamiento por las solapas (también verídico). Esto llegó a ser un problema, por cuanto alcanzamos un punto en que hubo que prescindir de cualquier ayuda doméstica, primero (con gran júbilo de mi madre, ya os podéis imaginar, que a la sazón se ocupaba de 5 hijos, un marido, un trabajo propio a jornada completa de mañana y tarde a varios kilómetros de distancia, y ayudar en el negocio familiar), y finalmente de cualquier contratado en dicho negocio. Todo facilidades.

         En lo que a mí afectaba, yo sabía, sin que nadie me lo dijera, que no podía llevar a nadie a casa, ni amigos, ni familiares a partir del segundo grado. Lo cual, como fue lo único que conocí, me parecía perfectamente normal, y siendo realistas, no me afectó mucho, (dijo la autista/antisocial). Y, como buena astilla del madresco clan, está en mi naturaleza vocear a toda hora, cual si me hallara en el fondo del pozo, vaya a cuento o no. Así que no, no te la tengo guardada por ambos tus achaques, abuela. No sólo porque son achaques, y por tanto en su mayoría te exculpan, sino porque entra en esa categoría de cosas que, no es por no ir, pero si hay que ir, se va.

         No pueden decir lo mismo sus vástagos, así como su respectivo, ya que muy muy lejos andaban los males circulatorios cuando sucedieron otros sucesos recogidos por las crónicas de la época. Por ejemplo: encerró a su propia hija en una habitación de casa durante semanas. Dícese que incluso durante meses, y que la interfecta tenía más de treinta años (una pollita, vamos). Cuando digo encerrada, es encerrada. Un secuestro puro y duro. En un alarde de magnanimidad le dejó un infiernillo en el cuarto para poder calentarse la comida. Los anales no recogen otros elementos habitacionales, pero podemos esperar de la lógica común y los usos del momento que también tuviera una bacinilla. ¿El crimen? Pues que se había echado novio. ¿Quién tal? ¿Un bandarra? ¿Un desahogado? ¿Un despreciable malandrín trepacancelas frecuentador de truhanes y ejemplo de picaresca? Pues más bien no: un tipo corriente y moliente. De lo más corriente y lo más moliente que puede haber. Casi demasiado, diría yo. Y se quería casar con él. Con el concurso de adultez, consentimiento mutuo y total plenitud de facultades. Una osadía, vamos.

         (Me pregunto cómo ella, que por supuesto estaba casada y había tenido cuatro hijos, pensaba que había llegado a suceder tal cosa.)

         Para los que gusten de finales felices, sepan que la cautiva y su pretendiente se casaron y, que yo sepa, no hizo falta sacar las trenzas por el torreón. Y que no hicieron ascos a las perdices ni a ninguna otra vianda que se les pusiera por delante. Y el interfecto demostró ser un tipo común y corriente toda su vida. O más.
         (Visto que os gustan las historias de pretendientes puestos en dificultad, a ver qué os parece esta.)


         Quizás mi hermano Beorn sí tiene algo más de lo que quejarse. Esto es. Cuando Beorn era un tierno infante (cielos,  Beorn un bebé, casi parece imposible), estuvo a punto de morir por cierta insuficiencia respiratoria “inexplicable” que vino descrita como asma. Qué casualidad: el asma empezó cuando lo dejaron al cuidado de la Galochera.

Mi madre, la pobre, no tenía otro remedio que dejarlo, ya que iban pilladísimos de dinero y tenía que trabajar. Me consta que es una época que recuerda con horror. No sólo porque su bebé estaba muy enfermo (pero mucho) y que ella tenía que irse, sino porque además recientemente había sufrido cierto desahucio, estaba embarazada, y su marido faltaba intermitentemente de casa por dedicarse, cuando la temporada lo exigía, a la profesión de viajante (cuánto tiempo hace que no oigo a nadie denominarse así).

(Ánimo mamá, que ya sólo te queda lo de parir en casa por no poder pagar un hospital, que casi te desangras en el parto, el bautizo subsiguiente, el día de “entonces qué has hecho en toda la mañana”, otros tres bebés criados con pañales de gasas, de los de lavar las cacas a mano, y a partir de ahí, ya sólo puede mejorar. Está chupao.)

Así que nos habíamos quedado con un Beorn bebé al cuidado de la Galochera (insisto: me suena raro. Raro lo de Beorn bebé, pero más raro aún la Galochera al cuidado de un bebé). Al cuidado es un decir. Ella ponía la cuna con el niño dormido en el taller, y le hacía poco o (exactamente, lo han adivinado) ningún caso (mayormente), mientras se dedicaba a lo suyo: la talla de madera y el barnizado modo industrial, pero a mano.

Yo comprendo que los estándares de seguridad de la época distaban mucho de los actuales, pero digo yo que si cuando el chiquillo se ahogaba después de haber inhalado a tutiplén los efluvios tóxicos, no fue capaz de atar cabos y apartar la cuna del tarro de barniz. Intoxicado perdido estaba, hasta el último resquicio alveolar, pobre criatura.

Bueno, seguro que no se lo tiene en cuenta. Vuestro tío Beorn será como sea, Futuroshijosmíos, (corramos un estupido velo) pero estoy segura de que no se la tiene guardada a su anti-abuela por algo que ni siquiera recuerda. (Estoy teniendo visiones de un bebé con la cabeza de Beorn adulto, oculto tras un tupido velo. Vamos a cambiar de tema.)


Otra. Aquí, la que suscribe, podía haberse llamado Eva, de no ser por la (abrupta) intervención anti-abuelera. Hete aquí que cuando yo nací, en medio de la algarabía, los agasajos y el jolgorio general (es comprensible, al fin y al cabo había nacido la menda…), mi señora madre, haciendo uso de las facultades que le habían sido conferidas legalmente, decidió que me llamaría Eva, por ser un nombre bonito, corto y sencillo (siempre fue política familiar evitar los nombres largos. Los compuestos, por supuesto, no se podían ni considerar.)

Enterada que estuvo la Galochera, furibunda y con los ojos inyectados en sangre, se fue despavorida para donde estaba mi madre (recién parida, se entiende: una situación ideal), y la tildó de depravada, corrompida y desahogada. ¡Habrase visto, ponerle a la niña el nombre de la mujer que llevó a la humanidad a la perdición! ¡Si es que no tenéis conciencia, ni vergüenza, ni ná! ¡Una perdida, eso es lo que va a ser! … En fin, mi madre se llevó un buen sofocón, pero a mí la verdad es que me da igual. Eva molaba, pero mi nombre mola más. Y, ahora que lo pienso, si me hubiera llamado Eva, ya no sería tan rectita la fila en el libro de familia.


Yo no digo que mi abuela fuera tacaña. Era una cosa curiosa. Ella era muy muy roñosa casi todo el tiempo, tipo agarrada-cicatera-pa`lasaca. Cualquier desembolso de lo más imprescindible que hiciera la familia (como renovar los muebles de pseudocartón del dormitorio) se le hacía despilfarro disipador propio de manirrotos sin tasa, y organizaba el correspondiente sarao de arrebato y afeamiento de conducta (en sus buenos tiempos llegó a prohibir, pero eso yo ya no lo vi). Tampoco veía con buenos ojos esa extravagancia, ese capricho antojadizo que teníamos de dar bolsas a los clientes, vamos hombre, dónde se habrá visto. Mas tampoco gastaba en sí misma: cuando la ropa lucía jirones e iba pisando el asfalto con el calcetín de desgastadas que llevaba las suelas, era imposible llevarla a comprar algo. Había que comprárselo a escondidas, darle el cambiazo y quemar las pruebas. Claro, el tema de la comida, mejor lo dejamos. Sin embargo hubo varios años que nos dio aguinaldo. Y no poco. Lo dicho: tacañez paradójica.

         Y como guinda de este, vamos a llamarlo, contradictorio pastel, vamos a desvelar cómo es que apareció la Galochera por la aldea gala (esto sí que son tiempos legendarios y lo demás tonterías). Cuentan las ya mencionadas crónicas que, allá en su pueblo originario, cuando la protoGalochera contaba con 18 años de edad, alguien, algún imprudente ejemplar de ser humano, le dijo un nosequé vetetúasaber que la ofendió mucho. Cogió carretera y se fue. A pie. Atravesando el puerto de montaña. Unos 80 kilómetros (acabo de comprobarlo con el Google maps, así que no exagero ni miajita). 
         Y NUNCA VOLVIÓ. Ni visitas, ni familiares, ni funerales, ni leches.



P.S. Releyendo las últimas entradas observo que destilan cierta malpalabrería impropia del público menor que acabará leyéndolo, y que el buen rollo no acaba de impregnarse del todo. Así era la abuela. Sacando lo mejor de uno mismo.
          No se repetirá.

P.S.S. Ahora a ver quién es el guapo que se atreve a quejarse de su suegra.



Futuros hijos míos:

1.- Yo sé que vosotros ya estáis de vuelta de estas cosas: no porque alguien sea de tu carne y de tu sangre, se puede contar con que va a cumplir con los estándares que le corresponden por naturaleza o por la sociedad en general. Que sepáis que os comprendo. A otra escala, pero os comprendo.

2.- Hay que hacer todo lo posible para entender a los demás, colaborar, esperar lo mejor de las personas etc. Pero no negar la evidencia. No ayuda a los demás y, desde luego, no te ayuda a ti.

3.- Aquí puede verificarse ese principio, aparentemente tan chocante, que de “lo malo” puede salir cualquier cosa. Véase lo que era el abuelo Chacal: toda la humanidad de una familia concentrada en una sola persona. Hay cosas en la naturaleza que maravillan al más pintado.


2 comentarios:

  1. Madremíadelamorhermoso... Qué fuerte todo. Enhorabuena por saber contarlo con tanto sentido del humor. Un besazo!!!!

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